Si estás en una relación comprometida pero no estás preparado para el matrimonio, tu sueño de comprar una casa aún puede hacerse realidad. En 2022, el 18% de los compradores de su primera vivienda fueron parejas no casadas, según la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios. Mientras esta tendencia crece, es esencial comprender las consideraciones únicas y los riesgos potenciales que conlleva la compra de una vivienda por parte de una pareja no casada.
La compra de una vivienda puede parecer un gran compromiso, pero requiere conversaciones abiertas y sinceras. Abordar las cuestiones difíciles desde el principio puede evitar conflictos futuros. Hable de cómo gestionará la hipoteca si la relación termina y considere la posibilidad de firmar un contrato de copropiedad. Este contrato establece quién es responsable de los distintos gastos, quién paga las reparaciones y qué ocurre si ambos deciden separarse.
Aclare la situación financiera de cada uno, incluidos ingresos, deudas y puntuaciones de crédito, para comprender su poder adquisitivo combinado. Este paso también es fundamental porque los prestamistas tratan a las parejas de hecho como solicitantes individuales. Si una de las personas tiene una puntuación crediticia más baja, esto podría afectar a las condiciones de la hipoteca, al importe del préstamo ofrecido o incluso al tipo de interés. Prepárese para que si una persona deja de contribuir a la hipoteca, la otra sea legalmente responsable del pago total como avalista.
Elegir la opción de titularidad adecuada es crucial para las parejas de hecho, ya que influye en los derechos y responsabilidades de propiedad. He aquí los tres tipos principales:
Arrendatarios comunes: Cada miembro de la pareja posee un porcentaje de la vivienda, que puede ser desigual. Esta es la opción más popular entre las parejas de hecho, ya que permite a cada persona legar su parte a otra, de modo que la propiedad no se transfiere automáticamente si uno de los miembros de la pareja fallece.
Propiedad exclusiva: Una persona posee el título y sólo su nombre figura en la escritura, por lo que es la única responsable de la propiedad. Puede ser una buena opción si la solvencia de uno de los cónyuges puede impedir la aprobación de la hipoteca.
Tenencia conjunta: Ambos miembros de la pareja poseen partes iguales de la vivienda, y ninguno puede vender la propiedad sin el consentimiento del otro. Esta opción funciona bien si quieres un control y unos derechos de acceso iguales.
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